Taking the Arrow Out of the Heart Page 7
La oscuridad aumenta.
Invierno en Gaza.
Los bebés mueren congelados.
Los soldados disparan a niños
apuntándoles a los ojos.
Prende una vela por todos nosotros.
Prende una vela por los niños.
Prende una vela por la justicia ciega.
Prende una vela
por la muerte
de la esperanza
en Arabia Saudita.
Y aunque es difícil
mirar
y más difícil aún permitirnos
sentir:
pensando: ¿Qué puedo
hacer?
Prende una vela
y di una plegaria
por este hombre.
Light a Candle
for Raif Badawi
The Saudi Arabian government ordered one thousand lashings and ten years in prison to Raif Badawi for “insulting Islam.”
Darkness is gaining.
Winter in Gaza.
Babies freeze to death.
Soldiers shoot children
aiming for their eyes.
Light a candle for us all.
Light a candle for the children.
Light a candle for blind justice.
Light a candle
for the death
of hope
in Saudi Arabia.
And though it is hard
to look
and harder to let ourselves
feel:
thinking: What can
I do?
Light a candle
and say a prayer
for this man.
Mi 12-12-12
Zapata, México
Nos dijeron que debíamos estar listos
antes del amanecer
y justo al amanecer
Manuel vino por nosotros.
Cabalgamos en silencio mientras
se hacía de día
para unirnos
a una lentamente creciente muchedumbre
de gente
de las afueras
de Zapata.
Hay muchos Zapatas en México.
Y muchos Villas
hay que decirlo.
Pero allí estábamos
un pequeño contingente
esperando por Ella.
Una monja apareció primero,
por supuesto,
al suceder esto cientos de años
después.
Me cayó bien, no obstante; nos condujo
en el canto.
Y pronto, efectivamente,
apareció Ella.
Morena, esbelta,
triste y muy joven,
quizá aún lánguida
por el sueño interrumpido,
la encarnación este año
de La Virgen de Guadalupe.
Temblando un poquito
en la frialdad de la mañana
se echó su verde manto
que tendía a rodarse
con más seguridad sobre
su amable cabeza. Con ayuda
de muchas manos,
de vecinos
y amigos,
subió a la parte posterior
de la camioneta
que esperaba.
Yo habría podido empezar a llorar
allí mismo. Pero no, me contuve.
Aunque la felicidad y el amor
manaban tras mis párpados.
Han sobrevivido, pensé.
Mientras los manifestantes, y nosotros,
mi compañero y yo,
nos incorporábamos
detrás del camión.
Nuestra monja cantaba y rezaba
y nosotros dos
tarareábamos las partes
de la letanía
(la mayoría de ellas)
que no entendíamos.
Dios te salve María, llena eres de gracia,
ruega por nosotros ahora
y en la hora
de nuestra muerte.
Lo único
que entendíamos totalmente,
rezábamos
y esperábamos,
¡también, en la muerte,
se aplicaría a nosotros!
Comenzamos a caminar.
Eran solo tres o cuatro millas.
Cruzamos un río.
Vimos a lecheros en la mañana temprana
en la breña
ordeñando vacas.
Vimos campos y colinas
de esta muy hermosa parte
del hermoso México.
La Virgen nos guió
fielmente. Tan joven, tan morena, tan de largo pelo oscuro.
Su cara que solo dos veces se abrió en sonrisa
que nos bañó, al caminar detrás de Ella,
con Su resplandor.
El sol apareció nomás brevemente,
el día estaba quieto, nublado
y en calma.
Sí, terminamos,
el camión y todos
nosotros, afuera de un convento
donde la monja y el sacerdote
esperaban.
Pero la ceremonia
que asociaba a las Vírgenes
María y La Señora de Guadalupe
tuvo lugar
en la Naturaleza
afuera
bajo árboles protectores.
Y esto también
emocionó mi corazón. Pues me siento más
a gusto con la Otra,
la que crea
los espacios abiertos
con toda tranquilidad.
Cantamos y tarareamos,
nos levantamos y nos sentamos
(detrás de nosotros aparecían sillas
de la nada)
hasta la última canción,
entonces volvimos
sobre nuestros pasos.
Adoloridos en muslos y pies
pero realizados.
A medio camino
volvimos a cruzar el río
el cual
raro para esta época del año
tenía mucha agua.
Me senté, abanicándome, en la baranda del puente.
Ahora estoy dentro del cuadro,
dije a mi compañero
que temía que me cayera.
No me importaba, realmente,
pero le
aseguré
que cuido más de mi vida
de lo que parece. Reconozco
el regalo que es para mí; por gratitud
la protejo.
Sí, ahora estoy dentro del cuadro,
pero no simplemente mirando
la pintura.
Y pensé en esto
mientras andaba penosamente por un camino antes desconocido
en el corazón de México,
que ahora conozco muy bien;
sentí alegría y alivio
por ver a otra Virgen
mi hermana mexicana
Yolanda
correr hacia nosotros
en su nueva Pathfinder*
viniendo con agua fría
y deliciosa
papaya fresca
para rescatarnos a todos
y, sonriendo, liberarme.
* N. del T.: Marca de camioneta
My 12-12-12
Zapata, Mexico
They told us we must be ready
before dawn
and just at dawn
Manuel came for us.
We rode in silence as the day
was breaking
to join
a slowly building crowd
of people
on the outskirts
of Zapata.
There are so many Zapatas in Mexico.
And many Villas
it must be said.
But there we were
a small contingent
waiting for Her.
A nun showed up first,
of course,
this being hundreds of years<
br />
later.
I liked her though; she led us
in song.
And soon, sure enough,
She appeared.
Brown, slender,
somber and very young,
maybe still languid
from interrupted sleep,
this year’s incarnation
of La Virgen de Guadalupe.
Shivering a bit
in the morning chill
she wrapped her green mantle
that tended to slip
more securely over her
loving head. With the help
of many hands,
her neighbors
and friends,
she climbed into the back
of the waiting
pickup truck.
I could have started weeping
right there. But no, I held on.
Though happiness and love welled up
behind my eyelids.
They have survived, I thought.
As the marchers, and we,
my companion and me,
fell in
behind the truck.
Our nun singing and chanting
and the two of us
humming the parts
of litany
(most of them)
we did not understand.
Hail Mary, Full of Grace
pray for us now
and in the hour
of our death.
The only thing
we thoroughly understood
chanted
and hoped
would also, at death,
apply to us!
We began to walk.
It was only three or four miles.
We crossed a river.
We saw early morning dairymen
in the brush
milking cows.
We saw fields and hills
of this most beautiful part
of beautiful Mexico.
The Virgen led us
faithfully. So young, so brown, so long of dark hair.
Her face only twice breaking into a smile
that showered us, walking behind Her,
with Her radiance.
The sun appeared only briefly,
the day was still, overcast
and calm.
Yes, we ended up,
the truck and all
of us, outside a convent
where the nun and the priest
were waiting.
But the ceremony
linking the Virgens
Mary and La Señora de Guadalupe
occurred
in Nature
outside
beneath sheltering trees.
And this also
moved my heart. For I am more
at home with the other Her,
the one who creates
the out of doors
so casually.
We sang, and hummed,
stood and sat
(chairs materializing behind us
out of thin air)
until the last song,
then turned
to retrace our steps.
Sore in thigh and foot
but fulfilled.
Halfway back
we recrossed the river
which
unusual for this time of year
was full of water.
I sat, fanning myself, on the railing of the bridge.
I am inside the picture now,
I said to my companion
who feared I might fall.
I did not care, really,
but assured
him
I am more careful of my life
than it might appear. I recognize
the gift it is to me; out of gratitude
I protect it.
Yes, I am inside the picture now,
not just looking
at the painting.
And I thought of this
while trudging down a once unknown road
in the heart of Mexico
that I now know very well;
feeling joy and relief
to see another Virgen
my Mexican sister
Yolanda
speeding toward us
in her new Pathfinder
coming with cool water
and delicious
fresh papaya
to rescue all of us
and, smiling, deliver me.
Y en la caja roja
para Obenewa, hija africana, en Navidad
Y en la caja roja
atada con cintas rojas
dime que está la justicia
y libros para los niños
dime que hay
un bocadillo
para el hombre
hambriento
en la esquina.
Dime que cuando la Navidad
llegue
la paz
y un fuego cálido
la felicidad
y
la alegría
el fin
del egoísmo
con ella llegan.
And in the Red Box
for Obenewa, African daughter, at Christmas
And in the red box
tied with red ribbons
tell me justice lies
and schoolbooks for children
tell me there is
a sandwich
for the man
starving
on the corner.
Tell me when Christmas
comes
peace
and a warm fire
happiness
and
joy
an end
to selfishness
comes with it.
Cumplías dieciséis
Cumplías dieciséis
e ibas camino a recoger
tu torta
de cumpleaños.
Mi compañero presenta
fotografías
de tu maltrecha
cabeza
que no puedo
ver.
Has muerto por los golpes.
Mira a la soldado
me dice
cuando ve
que mis ojos
miran a otro lado:
De dieciséis también,
quizá.
Vestida con el verde
apagado
de la policía de su país;
demasiado joven
para imaginar
mientras posa
sobre su muerto
que ha asesinado
un sueño de juventud
que la rondará
por toda su vida.
You Were Sixteen
You were sixteen
and on your way to pick up
your birthday
cake.
My partner offers
photographs
of your battered
head
that I cannot
view.
You have died under the blows.
Look at the soldier
he says
when he sees
my eyes
are turning away:
sixteen too,
perhaps.
Dressed in the olive
drab
of her country’s
police; too young
to imagine
as she poses
above her kill
that she has murdered
a dream of youth
that will haunt
her
her whole life.
Plenitud del corazón
para la gente de Bab Al Shams, campamento Puerta del Sol
en Palestina
Nunca nos arrepentiremos
de haber nacido en
este tiempo cruel
pues lo reconocemos
por lo que es: la época de la plenitudr />
del corazón.
Cuando el corazón, cada día,
se llena por completo
y se desborda
de amor
del pueblo:
de los hijos del
pueblo, que lanzan piedras contra los tanques,
de las mujeres del pueblo
que combaten la supresión;
de los hombres del pueblo
que arriesgan todo
por la dignidad
y la paz.
Plenitud del corazón.
¿Qué es la plenitud del corazón
sino un corazón
lleno
una garganta llena
unos ojos llenos
de lágrimas?
No lamentamos las lágrimas
porque nosotros, la gente
del mundo,
nos estamos levantando firmes
unidos
al fin
por Palestina.
¿Quién sabe qué sucederá después?
La locura tiene una larga vida útil.
Todo lo que sabemos
es que ahora es el momento
para vivir la vida al máximo
y sin
pesar.
Hablo por mí
y también creo
que por ti.
Nos estamos levantando
unidos al fin.
Por Palestina.
Nuestras lágrimas
no menos que nuestra sangre
son nuestro adhesivo.
Fullness of Heart
for the people of Bab Al Shams, Gate of the Sun encampment
in Palestine
We will never regret
having been born in this
cruel time
for we recognize it
for what it is: the time of fullness
of heart.
When the heart, on a daily basis
fills to capacity
and overflows
with love
of the people:
of the people’s
children, throwing stones against tanks,
of the people’s women
combatting erasure;
of the people’s men
risking all
for dignity
and peace.
Fullness of heart.
What is fullness of heart
but a heart
filled
a throat filled
eyes filled
with tears?
Tears we do not regret
because we the people
of the world
are standing fast
together
at last
on Palestine.
Who knows what will happen next?
Craziness has a long shelf life.
All we do know
is now is the time
to live life to the full
and without
regret.
I speak for myself
and I believe also
for you.
Standing fast
together at last.
For Palestine.
Our tears
no less than our blood
our glue.
Aloisea Inyumba, presente
Aloisea, mi hermana menor,